Ojo con los glotones.
Así como existen alimentos capaces de potenciar el sistema nervioso central, y por lo tanto altamente recomendables, existen otros cuyos efectos son completamente opuestos, por lo que no son recomendables a la hora de pensar.
Además, si desea mantener la mente alerta, no consuma demasiados dulces: los carbohidratos, principalmente el azúcar, reducen la actividad del cerebro. Esto es lo que ocurre cuando comemos una comida muy rica en hidratos de carbono (un enorme plato de tallarines, por ejemplo) y nos invade esa sensación de pesadez y sueño. Los dulces refinados son de absorción rápida, por lo que, en un primer momento, dan una sensación de falsa euforia, que inmediatamente decae. Cuando se comen en abundancia, los carbohidratos sedan. Por el contrario, los cereales poseen absorción lenta, logrando que el efecto energizante se mantenga por mucho más tiempo en el organismo.
Según la doctora Bornie Spring, de la Universidad de Ciencias de la Salud de Chicago, las proteínas impiden que los carbohidratos ejerzan su efecto sedante. El impedir este efecto es interpretado por nuestro organismo como un signo de clara mejoría. De esta forma, los alimentos ricos en proteínas aumentan la energía del cerebro y la inteligencia.
Las grasas son otros de los grandes enemigos, ya que amortiguan el dinamismo del cerebro. Los lípidos tardan mucho en ser digeridos por nuestro organismo. El trabajo y el tiempo que nos lleva este proceso, fatiga notablemente a nuestro sistema nervioso quien utiliza y centra gran parte de su energía en realizar la digestión.Y esto es claro: como la energía no se pierde, sino que se transforma, lo que se usa en digestión se pierde en rapidez intelectual.
Alimentos peligrosos
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